Los mercados laborales alrededor del mundo están experimentando transformaciones importantes debido a una serie de fenómenos que no podrían describirse como nuevos, pero cuyos efectos comienzan a ser notables desde al menos la crisis financiera de los años 2007-2008. Entre estos fenómenos cabe destacar una globalización intensificada que aumenta la interdependencia entre las economías, cambios demográficos profundos tales como el envejecimiento de la población o la migración –ambos, acontecimientos de actualidad en Chile– y el surgimiento de nuevas tecnologías que han favorecido una caída dramática en los costos de transporte, comunicación, procesamiento de información, así como la posibilidad de automatizar una serie de tareas. Un ejemplo que combina estos tres fenómenos podría ser el de un vehículo Uber (empresa extranjera operando en Chile y por lo tanto reflejo de la globalización), contratado a través de una aplicación móvil (progreso tecnológico) y conducido por un extranjero (migración). Más allá de los casos anecdóticos o ejemplos específicos, cabe hacerse la pregunta sobre el impacto real que estos fenómenos están teniendo o pueden tener en el mercado laboral y, especialmente relevante desde la perspectiva de las políticas públicas, qué pueden hacer los gobiernos para enfrentar los desafíos que podría implicar el surgimiento de nuevas formas de trabajo. Como un intento de avanzar en esta área, en 2018 la OCDE realizó una encuesta a ministerios de trabajo o equivalentes en 44 países miembros de la OCDE, Unión Europea o G20. La encuesta tiene el doble objetivo de evaluar las nuevas formas de trabajo que suscitan el mayor interés por parte de los países y describir las políticas que se están implementando en el área. El estudio, publicado recientemente, muestra que la mayoría de los países encuestados han introducido algún tipo de medida relacionada con nuevas formas de trabajo. Al ser éste un terreno novedoso desde la perspectiva de políticas, los países también se encuentran evaluando la utilidad y conveniencia de las medidas adoptadas. Entonces, ¿cuáles son las nuevas formas de trabajo que más atención han despertado? El trabajo de plataforma representa una de las principales fuentes de interés por parte de los gobiernos y opinión pública. El trabajo de plataforma se refiere al trabajo que se produce cuando una aplicación o una página internet pone en contacto a trabajadores y clientes para la realización de algún tipo de servicio a cambio de dinero. Existe una gran diversidad de situaciones que corresponden a la definición de trabajo de plataforma y, por lo tanto, las implicancias y recomendaciones de política pueden variar en cada caso. La OCDE propone distinguir entre aquellos servicios entregados por vía digital (por ejemplo, entrada de datos, mini tareas, etc.) y servicios entregados físicamente (tales como transporte de pasajeros, de productos o servicio doméstico). Uno de los principales desafíos relacionados con las plataformas consiste en el hecho que a menudo los empleados a través de ellas se autodefinen como trabajadores por cuenta propia, a pesar que las tareas realizadas no se diferencian de las que existirían en una relación empresa-trabajador estándar. Esto puede conducir a trabajos precarios en los cuales existe menos estabilidad laboral o el ingreso es inferior al salario mínimo. Así mismo, en la mayoría de los países los trabajadores por cuenta propia no cuentan con seguridad social, carrera profesional o la posibilidad de sindicalizarse. Por otro lado, las plataformas también contienen algunas ventajas importantes. Entre ellas se cuentan una mayor flexibilidad, autonomía y fuentes de ingreso adicionales para los trabajadores por cuenta propia. Las plataformas también contribuyen positivamente a la actividad económica de los países. Los contratos a plazo fijo y temporales representan una proporción creciente de los nuevos acuerdos laborales y también constituyen uno foco de atención importante por parte de los países encuestados. La precariedad laboral e inseguridad en los ingresos asociadas a estos contratos son las características más mencionadas por los países. Además, estos contratos a menudo implican bajas cotizaciones sociales (con el consiguiente detrimento de las jubilaciones futuras) y están asociados a una mayor tasa de siniestralidad laboral y una menor probabilidad de recibir capacitación. Por otro lado, estos contratos también destacan positivamente por brindar una oportunidad para acceder a trabajos de plazo indefinido. Aparte de las formas de trabajo mencionadas, algunos países reportan el surgimiento de contratos de empleo con horas variables. Estos corresponden a contratos a tiempo parcial que incluyen cláusulas indicando que el número de horas laborales puede variar semanalmente. En estos contratos se suele acordar un mínimo de horas a trabajar por semana. En algunos países europeos y Nueva Zelanda existen contratos de “cero horas”, los que estipulan que los empleadores no están obligados a contratar un mínimo de horas semanalmente y los empleados no se comprometen a trabajar todas las semanas. La ventaja de estos tipos de contratos es la flexibilidad que otorgan a empresas y trabajadores. Sin embargo, algunos países señalan cierta inquietud por el impacto que estos contratos pueden tener en la certidumbre laboral e ingresos de ciertos trabajadores. ¿Qué tipo de políticas se están implementando para abordar los desafíos de las nuevas formas de trabajo? Los países han sido especialmente activos en la implementación de medidas relacionadas con el trabajo de plataformas. Por ejemplo, como una forma de mejorar las condiciones de trabajo, Francia introdujo en 2016 medidas para que las empresas asuman la responsabilidad laboral (seguros de salud y de accidentes) y capacitación de los trabajadores. Algunos países –tales como Argentina, Canadá y Suiza, entre otros– han implementado medidas para regular el transporte de pasajeros contratado por pasajeros. La regulación no está directamente relacionada con temas laborales, pero puede tener un efecto de reducción de competencia desleal y, potencialmente, tener un impacto en las condiciones laborales. Estonia y Francia han introducido medidas para obligar a los conductores a declarar sus ingresos con el fin de que paguen los impuestos correspondientes. Por otro lado, reconociendo el impacto positivo en el empleo, algunos países han introducido medidas para incentivar el trabajo de plataforma. Las políticas relacionadas con contratos a plazo fijo y temporales consisten principalmente en desincentivar este tipo de empleo mediante la exigencia de mayores cotizaciones de seguridad social (España, Italia y Portugal) o mayores contribuciones al seguro de desempleo (Francia). En forma paralela, algunos países han intentado incentivar la contratación a plazo indefinido disminuyendo las barreras o costos de despido, extendiendo el período de prueba para los nuevos trabajadores o reduciendo por un período limitado las cotizaciones sociales para las nuevas contrataciones (Croacia y Holanda, además de los países recién mencionados). Otros países han optado por poner restricciones al uso de contratos a plazo fijo tales como límites al número de contratos temporales por empresa, a su duración, a la posibilidad de recontratación a plazo fijo e incluso imponiendo una indemnización por término de contrato (Alemania, Estonia, Suiza, entre otros). Los contratos a horas variables son menos comunes y las medidas adoptadas en relación a ellos buscan principalmente reducir la incertidumbre sobre las horas a trabajar y limitar el uso de contratos de cero horas (Canadá, Nueva Zelanda y países europeos). En resumen, el estudio muestra que un número importante de los países encuestados han adoptado algún tipo de medida relacionada con las nuevas formas de trabajo. Sin embargo, estas medidas son relativamente recientes por lo que la evaluación de su impacto está aún pendiente. (Artículo publicado en Boletín de la delegación Chile-OCDE)
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AuthorMarcelo Soto Archives
January 2021
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